Los perros no solo son compañeros fieles y cariñosos, también pueden convertirse en grandes aliados para mejorar la salud física y emocional de las personas. La terapia asistida con perros se ha consolidado como una herramienta eficaz en entornos educativos, sanitarios y sociales, gracias a la conexión especial que estos animales generan con los humanos. Por ello, hoy exploramos qué actividades de terapia asistida con perros existen y en qué consiste cada una de ellas. ¿Nos acompañas?
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Toggle¿Qué es la intervención asistida por animales?
La intervención asistida por animales (IAA) es un enfoque terapéutico en el que un animal, debidamente entrenado, participa de manera planificada en sesiones diseñadas para mejorar el bienestar físico, emocional, social o cognitivo de una persona o grupo. Estos programas están dirigidos y supervisados por profesionales de la salud, la educación o el ámbito social, quienes adaptan las actividades a las necesidades específicas de los participantes.
Si te preguntas cuál es un ejemplo de intervención asistida por animales, uno muy común es la terapia con perros en centros de rehabilitación física. El animal motiva al paciente a realizar ejercicios que mejoran su movilidad, fuerza o coordinación. Pero las intervenciones pueden aplicarse en otros espacios, como colegios, residencias de mayores u hospitales.
Aquí te contamos en profundidad qué es la terapia asistida con perros, cómo son las sesiones y mucho más. ¡No te lo pierdas!
5 actividades de terapia asistida con perros
A continuación, te presentamos cinco actividades de terapia asistida con perros que se adaptan a diferentes objetivos terapéuticos y perfiles de beneficiarios.
Ejercicios de movilidad y coordinación
En sesiones de rehabilitación física o en programas para personas mayores, los perros pueden motivar a realizar ejercicios que ayuden a mejorar la movilidad y la coordinación. Por ejemplo, el paciente puede lanzar una pelota para que el perro la traiga, caminar junto a él por un circuito de conos o practicar movimientos de estiramiento acariciando o cepillando al animal.
El objetivo es que la interacción con el perro sirva como estímulo para que la persona se mueva de forma natural, con menos resistencia al ejercicio y más motivación. Además, este tipo de actividad mejora el equilibrio, la fuerza muscular y la coordinación motora.
Juegos de estimulación cognitiva
La terapia asistida con perros también es muy útil para trabajar habilidades cognitivas, como la memoria, la atención o la resolución de problemas. En estos casos, las actividades se diseñan para que el paciente dé instrucciones al perro, identifique objetos o siga secuencias de pasos.
Un ejemplo de juego de estimulación cognitiva con perros es pedir al participante que le ordene realizar ciertos trucos en un orden específico o que esconda un juguete para que el perro lo encuentre. Estas dinámicas estimulan la concentración y fomentan la planificación, además de reforzar la autoestima del paciente al ver que el perro responde positivamente a sus indicaciones.
Actividades para fomentar la comunicación y habilidades sociales
En entornos educativos o terapias grupales, los perros actúan como facilitadores sociales. Personas con dificultades de comunicación, como niños con trastornos del espectro autista o adultos con problemas de lenguaje, encuentran en el perro un canal seguro y no juzgador para expresarse.
La actividad puede consistir en describir al perro, darle órdenes sencillas, participar en su cuidado o incluso contarle historias. Estas interacciones fomentan la comunicación verbal y no verbal, desarrollan habilidades sociales como el respeto y la empatía, y ayudan a reducir la ansiedad social.
Ejercicios de relajación y manejo de la ansiedad
Los perros transmiten calma y seguridad, por lo que son perfectos para sesiones enfocadas en reducir el estrés o la ansiedad. Una actividad común es la técnica de “respiración con el perro”, donde el participante se sienta junto al animal, coloca su mano sobre su lomo y sincroniza su respiración con la del perro.
También se emplean caricias lentas, abrazos suaves o simplemente la presencia del animal para inducir un estado de relajación. Estas actividades son especialmente útiles en personas con ansiedad, depresión o estrés postraumático, ya que favorecen la liberación de endorfinas y reducen los niveles de cortisol.
Actividades de responsabilidad y autocuidado
En terapias para niños y adolescentes, así como en programas de rehabilitación social, cuidar de un perro puede convertirse en una herramienta poderosa para fomentar la responsabilidad y la autoestima. Las actividades incluyen alimentar al animal, cepillarlo, preparar su espacio o enseñarle nuevas órdenes.
Al asumir estas tareas, el participante desarrolla hábitos positivos, aprende la importancia del compromiso y experimenta una sensación de logro. Además, cuidar de otro ser vivo puede mejorar la autopercepción y fortalecer el sentido de propósito.
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